martes, 23 de julio de 2013
Colegas
Suelo ser un chico con iniciativa propia y seguro de mi mismo, pero de vez en cuando necesito un consejo de alguien, con más experiencia en la vida y fuera de mi círculo familiar, para tomar alguna decisión. Por suerte me encontré, en la cafetería más concurrida del vecindario, acompañado por dos de mis más ociosos y populares compañeros de estudios: "El Cebolla" y "El Lechuga", paradójicamente la pareja menos cultivada de La Tierra. Pero sé lo que estáis pensando... ¿Cómo llega uno a poseer esos apodos tan flipantes?
Para "El Cebolla" fue una transición muy simple (o no). Su verdadero nombre es Sebastián pero, siendo muy pequeño, sus hermanos le empezaron a llamar Sebas por abreviar. Unos años más tarde acabó estudiando en un colegio donde la mayoría de los niños eran de habla catalana por lo que, por similitud fonética, le tradujeron su ya recortado nombre a Cebes (cebollas en catalán); pero al acabar aterrizando, ya en el instituto, en un barrio donde a penas se escuchaba esa lengua, se volvió a traducir al castellano quedando tal y como es ahora. En cambio, para mi compadre "El Lechuga", su mote fue única y exclusivamente adjudicado por la similitud de sus greñas heavys a la hortaliza. En fin, que aquí, por una u otra razón, todos tenemos sobrenombre; sin él no eres nadie. Pero a lo que iba. Necesitaba la ayuda de mis congéneres y se me ocurrió preguntar.
- Hey colegas, tengo un problema.
- Dispara! -me dijeron, haciendo el gesto de desenfundar, con el tono de voz más cool posible.
- Es que me gusta mucho Nuria y no sé como decírselo.
- Pues sé tu mismo -dijo "El Cebolla". A lo que "El Lechuga" añadió- Si, tío. Hazlo de la primera forma que se te ocurra -.
¿Yo mismo?. Pues, siendo yo mismo, había pensado en preguntar a los chicos más carismáticos del barrio la mejor manera de hacerlo. Y, la primera forma que se me ocurrió, fue invitarles a una horchata para que me aconsejaran con sus dotes de gente. ¿Dejo de ser yo mismo por pedir consejo cuando, precisamente por ser una persona receptiva, lo primero que hago es escuchar otras opiniones?
No sé, me dió la sensación de que escabullían el bulto y no querían arriesgar con la respuesta. Puede que quisieran guardar el secreto que llevaba a todas las chicas a suspirar por sus huesos. Lo cierto es que esperaba, dada su reputación de seductores, una respuesta algo más elaborada. Pero me quedé con las ganas. Bueno, nunca los he visto con una chica pero, por las historias que cuentan, seguro que es por culpa de la cuidada discreción que emplean en sus relaciones.
El caso es que si me planto delante de una chica, sin un mínimo guión, para explicarle mis sentimientos, lo más seguro es que vomite algún sonido inconexo parecido a un balbuceo tartamudeado. Y yo no soy así. ¿O si soy así?. ¡No quiero ser así!
Luego tengo el consejo de mi hermana, que es cinco años mayor. Me comentó que debía perder ese respeto y veneración por las chicas, que nadie es mejor que nadie y que, cualquier muchacha que no fuera capaz de valorar a un chico como yo, no me merecía. Todas estas palabras me ayudan a tener seguridad y amor propio, aunque la única pega es que vinieron de ella y ¿quién hace caso a una hermana empollona y universitaria cuando puedo tener la opinión de los dos tios más guays de clase?. Lástima que mis colegas no sean capaces de soltar esa clase de frases. Aunque, si hago caso a mi hermana, "¿qué se puede esperar del duo ensalada?".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Tu hermana era una mujer muy sabia. Bueno, espero que lo siga siendo.
ResponderEliminarPero hay una pregunta que me vengo haciendo desde el primer párrafo... ¿eras tú el "Tomate"? :D O en otras palabras, ¿cuál era tu mote? Si se puede decir, claro está. Un saludo,
Cristina
Todo el mundo ha tenido alguna vez un mote, o un diminutivo o algo parecido. Te puedo decir el que me puso mi abuela y con el que aún me llama: Tete, y hasta aquí puedo leer.
ResponderEliminarY siento romper la magia del relato, pero es totalmente inventado y no pretendía ser yo el protagonista. Lo único que coincide es que tengo una hermana, aunque un año menor. Pero me ha gustado mucho que sea una historia creible.