viernes, 31 de mayo de 2013

La televisión ¿es cultura?


Hay una frase en el programa APM, en la televisión catalana, que repiten en cada emisión: "La televisió es cultura". Si, si, lo afirman rotundamente. Es una frase, por supuesto, dicha con sorna e ironía, pero pienso que realmente lo creen.
No soy nadie para desmentir tal afirmación pero, viendo la programación nacional de canales en abierto, no me lo acabo de tragar; por un canal que intenta ofrecer cultura hay 20 que son un negocio. Tampoco aprovecharé estas líneas para despotricar contra ningún canal, de dudosos contenidos, que a todos nos puede venir a la cabeza. Solo hablaré del desconcierto/decepción que me infunde TVE. Vamos a situarnos.

En 2010 TVE dejó de ingresar dinero por publicidad; este hecho vino por la denuncia de "competencia desleal" que realizaron las televisiones privadas ya que, Televisión Española,  se financiaba de 2 fuentes: la publicidad y los presupuestos generales del estado. El gobierno dictaminó que solo se financiaría a la televisión pública a través de las aportaciones de los contribuyentes.
Un cambio siempre trae consecuencias buenas y malas y, a mi entender, hay 2 modificaciones importantes (seguro que hay muchas más, pero no soy analista ni nada parecido): rebaja del presupuesto y, la más significativa para el tema en cuestión, no estar sometidos a las exigencias de las  audiencias ya que, al no existir publicidad, no hay que rendir cuentas con nadie. Ahora sus únicos clientes somos los espectadores.

Esta premisa me hizo concebir la esperanza de ver como los creativos se darían de hostias por presentar innovaciones, proyectos arriesgados o, simplemente, recuperar alguna idea descartada antaño por falta de mercado. Pues va a ser que no.

Miro la programación de TVE y solo veo anacronismo, tanto en sus ideas como en su personal. Y, lo peor, es que cada brisa de aire fresco que se intenta colar acaba con un portazo en las narices. Aún recuerdo la memorable actuación de Rodolfo Chikilicuatre en Eurovisión que tan rápidamente fue vetada para que no se volviera a producir.

Para muestra la imagen que ilustra esta reflexión. No, no se trata de un fotográma de la serie  "Cuéntame cómo pasó", aunque si me dicen que el hombre de la derecha es Aznar y su oponente Felipe Gonzalez me lo creo, de hecho el moderador es el mismo que lleva participando en estos eventos durante 20 años. Es posible que nunca se levantara de la silla y solo cambiaran la fecha, porque la serigrafía y fuentes tipográficas no son de este siglo. ¿O puede que sea un muñeco?.
Es posible que la razón de mi desencanto sea que en la plantilla de TVE hay demasiados "muñecos" apolillados que, a diario, sacan del armario. No es nada personal, pero las imágenes (trajes, peinados, enfoques de cámara, planos, platós, etc) evolucionan. Al menos en otras cadenas. Ahora entiendo por que emiten tanta serie de época (Águila Roja, Isabel, Cuéntame, etc...), tienen que dar salida a ese vestuario acumulado.

No sé qué puedo esperar de una organización dirigida por funcionarios sin el más mínimo interés de evolución audiovisual. Puede que sea la televisión que nos merecemos o, simplemente, que no esté enfocada a un público menor de 70 años. Solo para esa clase de personas que nunca ha entendido las funciones de un mando a distancia (en su época mandaban al niño para cambiar de canal) y que solo les queda recordar. Puede que TVE sea cultura, pero del siglo pasado.

O puede que la televisión sea una inculcadora indirecta de cultura, ya lo dijo Groucho Marx: "La televisión es una fuente de cultura, cada vez que alguien la enciende me voy a la habitación de al lado a leer un libro".


domingo, 26 de mayo de 2013

La entrevista




Hablando el otro día con mi tío (Bueno, él hablaba y me escuchaba mientras yo escribía y le leía. Cosas de la tecnología) me hizo una de las preguntas más repetidas en estos últimos días: ¿Viste la entrevista a Aznar?. No contesté. Era ya muy tarde para hablar de política y tampoco me entusiasma el tema, pero me aprovecharé de la pregunta para responderla en este preciso momento y así tener la ocasión perfecta para que mi tío entre a darse una vuelta por el blog y, si le apetece, comente algo. Veremos si pica.

Pues la entrevista.... ¡y hablando de picar!. Aún recuerdo la paella que nos cocinó en su casa el mismo día que me diagnosticaron la apendicítis. Una paella un poco desastrosa. Dicen las malas lenguas que, al salir del quirófano, acusé a su paella de ser la causante de mi mal. Lo niego todo. Gracias a la anestesia no recuerdo lo sucedido en las cuatro horas siguientes a la operación, la coartada perfecta. Así que, "cerebro que no recuerda, corazón que no siente".

Bueno, pues lo que dijo el expresidente.... ¡y hablando de sentir!. Siento mucho que, demasiados fines de semana, ande liado en el trabajo y no se le vea el pelo. Todos sabemos que ser un alto cargo en una gran empresa conlleva una disposición casi infinita a cualquier evento laboral. Pero que sepa que se le echa de menos.

Pero a lo que iba, la conversación con.... ¡y hablando de echar de menos!. Espero que sea capaz de encontrar el cargador del escanciador eléctrico para la sidra. En la última comida juntos fue una lástima no poder beberla en condiciones, y hay que acabarla antes que caduque. Para la próxima comida será indispensable.

Bueno va, iremos al tema.

Pues no, no vi la entrevista. Pero tampoco hizo falta. Aunque no quieras saber nada te acabas empapando de sus mejores momentos (si alguna vez los tuvo) gracias al bombardeo constante por tierra, mar y aire (televisión, periódicos y radio) al que nos someten sin tregua. ¿Y qué saqué en claro?. No se, no soy analista político. Solo puedo comentar mis sensaciones y no fueron muy buenas. Me pareció ver a un pequeño hombre engorilado en esa actitud de salvador de la patria y poco más. Sobre el contenido de sus frases solo diré que me parecen menos trascendentales que los 3 párrafos que he escrito anteriormente. ¿O aún hay alguien en el mundo que crea que los comentarios de un político son importantes?. La explicación es muy sencilla: las palabras de Aznar las olvidaré en una semana, en cambio las comidas que disfruto con mi tío y su familia las recordaré durante mucho, mucho tiempo.

jueves, 23 de mayo de 2013

Breve historia de desamor



"Para las mujeres el mejor afrodisiaco son las palabras, el punto g está en los oídos, el que busque más abajo está perdiendo el tiempo".


- Isabel Allende-.


No quería continuar, sentía que su autoestima estaba al límite de lo soportable y, después de todo, no conocía otro ser en el mundo al que amara más que a él mismo. Iba al encuentro de Judith para acabar con la relación. De hecho, pensó, no sabía si alguna vez había existido, ¿sesiones continuadas de sexo primerizo, entre adolescentes, se podría considerar noviazgo?. Si tuviera un idilio anterior con el que comparar le ayudaría a pensar con más criterio, pero solo poseía sus sensaciones e intuición para guiarse. Y aquello no le gustaba.

Habían empezado a salir gracias a la intervención de una amiga común, y, sobre todo, a la insistencia de ella, Judith. Quedaron en un parque y cuando él le pidió una cita, ella, dominando la situación, simuló no saber de que hablaba. Jaime se puso tan colorado como le fue posible, demostrando ser demasiado tímido y novato para recrearse en esa clase de juegos; pero era la forma que Judith tenía de exhibir su control de la relación y desnudar la ingenuidad de él.

Durante meses se conocieron, compartieron secretos y se estimaron mutuamente, hasta que algo ocurrió. Jaime tenía claro el día  en que Judith empezó a perder el interés por él. Era una tarde lluviosa y se quedaron en casa de ella para profesarse mimos, como muchas tardes hacían, pero Judith quiso algo más: pidió a Jaime que le escribiera una carta o un poema.

¿Escribir, él?. Ni lo había pensado, era demasiado vergonzoso para desnudar sus pensamientos y, además, parecía demasiado pretencioso intentar imitar a autores que admiraba. Tampoco entendía como se puede escribir sobre sentimientos a través de un encargo; si llegara el día en que considerase hacerlo debería ser por iniciativa propia, pero no era el caso. Judith le enseñó, a modo de trofeo, diferentes cartas que guardaba de antiguos noviazgos, intentando motivarle. Jaime las leyó y eso le cohibió más si cabe: sus escritos nunca llegarían a ese nivel. Y jamás escribió.

Posiblemente ella creyera que fueron malas excusas o, simplemente, que no quería esforzarse por satisfacerla, pero, desde esa tarde, nada volvió a ser igual. La relación se fue diluyendo con el paso de los días. Se citaban en un parque para verse, ella llegaba una hora tarde y apenas se quedaba unos minutos. Al estar a solas ya no había un toqueteo continuo, solo desidia y miradas esquivas.

Jaime no entendía nada. Sabía que ser él mismo la había distanciado. ¿Qué quería Judith, que actuara como si fuera otra persona?. ¿Por cuanto tiempo, un rato?. ¿No sería mayor el desengaño cuando viera que él no era realmente así?. Puede que, a esa representación, estén condenados los hombres que quieran retener a sus parejas. Y, en caso de prestarse, ¿cuanto tardaría Judith en demandar otro cambio en su identidad?. Además, se sentiría un canalla; un mentiroso interpretando un papel. ¿Era eso cortejo?.

Había observado en multitud de ocasiones las tácticas empleadas por sus amigos para conquistar chicas. Básicamente consistía en  saturar de halagos a la víctima, sin importar la sinceridad, hasta amedrentar su resistencia. Era un método que, ni le gustaba (le parecía ruin), ni se veía capaz de llevarlo a cabo (demasiado vergonzoso), aunque sin duda daba réditos. Pero no, Jaime se había prometido ser más respetuoso con el sexo contrario y no se rebajaría a esa infame estrategia.

El vínculo con Judith estaba roto, no había solución. Solo quedaba el trámite de acabar con dignidad, aunque, a estas alturas, dudaba si ella se presentaría al encuentro. Tampoco le importaba. Jaime no dejaría de ser respetuoso hasta el último momento, más no podía dar. Luego, esperaba volver a casa sin nada que reprocharse. No sabía si tardaría un mes, un año o una década, pero se conjuró para encontrar una mujer que le quisiera por lo que es y no por lo que ella esperaba que fuera.

domingo, 19 de mayo de 2013

Tiempo perdido



Definitivamente me he mal acostumbrado. Durante esta baja laboral he experimentado 2 fases: incertidumbre al tener tantas horas libres al día (las 2 primeras semanas) y deleite al poder dedicar tiempo a leer, jugar y divagar. Llevo una semana trabajando y ya echo de menos ese tiempo libre.

Y es que los tempos son muy diferentes. Antes pasaba todo el día pensando en cosas que hacer porque no podía trabajar y, en cambio, ahora trabajo todo el día (entre 10 y 12 horas) y no tengo tiempo para pensar. Es complicado moldear a tu voluntad el tiempo y el espacio. Solo conozco a 2 personas capaces de semejante proeza: el Dr.Who y mi mujer.

El Dr.Who, para quien no lo conozca, es un científico de una serie televisiva que viaja por el espacio y el tiempo con el propósito de vivir aventuras. Comanda una nave, con forma aparente de cabina telefónica inglesa, llamada Tardis con la que recorre diferentes épocas y mundos salvando civilizaciones y, básicamente, haciendo el bien. Utiliza un destornillador galáctico para, a modo de varita mágica, analizar extraños fluidos y artilugios. Mientras investiga crea hipótesis y descifra enigmas con un histrionismo fuera de lo común. De hecho la serie no tiene nada de común, demasiado surrealista para gustar a todo el mundo, pero para un aficionado a la ciencia ficción es una delicia.

Lo de mi mujer es aún más extraordinario. No le hace falta ni nave ni destornillador galáctico. Esta misma mañana, por ejemplo, ha sido capaz de crear 2 tiempos en un mismo espacio a su gusto. A las 12:26 le he comentado que podíamos salir a dar un paseo y me ha contestado que ya era prácticamente la una y, por lo tanto, demasiado tarde. Pero cuando le he dado la opción de comer ha replicado que apenas eran las doce, demasiado pronto. Esta deformación de los horarios le sirve para crear un intervalo de tiempo, perdido en el universo, de casi una hora. Los minutos que van desde "apenas las doce" hasta "prácticamente la una". Un agujero negro temporal donde, según ella, nada es posible.

Como no me veo capaz de encontrar por mi mismo tiempo libre, he pensado contar con su ayuda para que, cuando ande muy estresado, cree para mi un rato sin dueño; una paradoja espacio/temporal donde pueda leer, jugar o divagar. Un tiempo perdido para, con su permiso, perder el tiempo.


sábado, 18 de mayo de 2013

Mi mente prodigiosa



Hoy me he despertado más sabio. Ha sido así, por la cara. Comprendo, hablo y escribo un nuevo idioma. Vamos, un milagro asombroso que se vuelve a repetir. Porque algo similar ocurrió hace unos años. Y no solo a mí, también a vecinos y familiares de la zona donde vivo.

Solo se me ocurren 2 explicaciones: crecimiento espontáneo de cabeza o manipulación de la mente. Pero he realizado pruebas y todo sigue igual. Os preguntareis que método utilizo. Pues para estos casos tengo la herramienta perfecta: un jersey que mi abuela Florentina bordó para mí con tanto amor y cariño como torpeza. Siempre he pensado que mi yaya calculaba el diámetro de la cabeza con los besos indiscriminados que propinaba sobre ella. Pero al parecer se dejó alguna zona sin besuquear como demuestra el increible esfuerzo que tengo que hacer para encasquetarme el dichoso jersey. En definitiva, me lo he vuelto a probar (aún a riesgo de perder las orejas) y parece ser que continúa con el mismo grado de fricción que antaño.

Entonces, ¿cómo ha sucedido?. ¿Es posible que un Ser de otro mundo manipulara mi cerebro con un aparato para inocular nuevos datos?, eliminando algún recuerdo inútil y sustituyéndolo por valiosa sabiduría. Me refiero a un ser humano que viniera de otra dimensión, porque este nuevo idioma se habla en nuestro planeta y no creo que ningún alienígena lo conozca. Lo cierto es que no recuerdo haber olvidado nada y, si así fuera, vaya chapuzas sería para ser un Ser de otro mundo.

Hablando con más afectados del asunto comentan que los políticos son los culpables. Me parece una teoría aún más absurda que la mia, no les veo capaces de semejante prodigio. Bueno, no le daré más vueltas. Agradezcamos a quien corresponda estos nuevos conocimientos y, sobre todo, actualicemos el currículum vitae. Ya son 5 las lenguas que domino: castellano, catalán, balear, valenciano y, ahora también, LAPAO.


sábado, 11 de mayo de 2013

Agradecido



Hace unos meses, hablando con unos compañeros de trabajo, me soltaron una frase que me dejó helado. La intentaré escribir tal como sonó: "Estoy muy agradecido a mi abuelo, me cuidó desde los 13 años. Siempre se preocupó que nunca me faltara tabaco y cerveza". Me pareció curioso que agradeciera a su abuelo la iniciación al alcoholismo y tabaquismo. Le pregunté si a su hijo, cuando cumpla 13 años (actualmente tiene 4), también le procuraría tabaco y cerveza, y contestó que por supuesto que no. Y ahí quedó el tema.

Esto me llevó a una pregunta: ¿Da igual lo que alguien haga por mi, mientras yo esté convencido que es por mi bien?. Esta reflexión me cuadraría si fuera adolescente y estuviera, aún, descubriendo el mundo, sus normas y lo que está bien o mal. Pero el hombre de la conversación ya pasaba de los 30 años y tenía la cabeza lo suficientemente amueblada para poder pensar sensatamente.

Si tuviera muchas deudas y alguien matase a mi madre para que yo pudiera cobrar una indemnización de un supuesto seguro, ¿debería estar agradecido?. Estoy convencido que no. Puede que, si preguntamos a presos en cárceles, también estén agradecidos a las personas que les enseñaron todo en la vida, aunque eso les llevara al encierro; o peor, a hacer daño a alguien.

O, divagando un poco, es posible que solo sea la imagen, idealizada y perpetua, de un abuelo al que le unía una gran complicidad. Una de esas personas de nuestra infancia/adolescencia de las que siempre guardaremos un grato recuerdo; pero que, seguramente, ni nos cuidaron ni se portaron tan bien como queremos creer o recordar.

sábado, 4 de mayo de 2013

Jaimito en el hospital


Hace  unas semanas experimenté en mis carnes el trauma de una operación, de apendicitis para ser más exactos. Lo cierto es que no es para hacer un drama. Te duermen, te operan y te recuperas con tantos calmantes en vena que apenas es algo más que una molestia de un par de días (supongo que todo hay que atribuirlo a los grandes avances en medicina), pero a lo que vamos. Visité urgencias por primera vez a los 16 años, hasta entonces había tenido percances, pero ninguno tan grave como ese día: fisura en un hueso de la mano. Me examinó un Doctor y rápidamente me hizo pasar a una sala donde nos instalaban a la espera de hacernos pruebas, radiografía en mi caso. Es allí donde lo vi.
Era un enfermero de 30 a 40 años (soy malísimo adivinando la edad) con un parecido asombroso a Jaimito; me refiero a ese Jaimito que me enseñaron por la tele, durante mi infancia, y habitaba en películas de humor italianas (creo que la foto que encabeza esta entrada es la mejor descripción que se puede dar). Increíblemente atesoraba las mismas capacidades cómicas que su homólogo italiano; mismos gestos nerviosos, misma voz aguda y misma expresión en la mirada de niño travieso hiperactivo. Esto me lleva a su primera actuación.

Sin duda era un hombre servicial. Tal como vio llegar la camilla, que transportaba a la mujer prejubilada, se situó a la altura de su cadera para atenderla en lo que fuera posible. La paciente gimoteaba sin descanso con la mirada perdida en el techo, casi delirando - ¡Hay Dios mío que dolor!,¡Hay Dios mío que mal estoy!-. Y nuestro Jaimito la quiso socorrer - ¡No se preocupe señora!¡Deme el bolso para que se lo guarde que ahora mismo la atienden!- Pero la señora, que tan mal no estaría cuando se aferraba a su bolso con más fuerza que un pulpo, no se daba por aludida y continuaba a lo suyo - ¡Hay Dios mío que mal estoy!- Pero Jaimito persistía y, tirando levemente del bolso, trató de hacer entrar en razón a la mujer - ¡Señora!, suelte el bolso que ahora le atendemos.- Y en ese instante la señora entro en estado de enajenación, clavo la mirada en Jaimito y empezó a forcejear - ¡Suelta!,¡¡Suelta mi bolso!!-, el enfermero replicaba, aún, amablemente - ¡Señora, no se preocupe que yo se lo guardo!-
Esa bata blanca y esa cara de buena persona ya no le sirvieron para ganarse la confianza de la paciente cuando recibió el primer manotazo a la altura del hombro mientras escuchaba los improperios de la mujer - ¡Sinvergüenza!¡Ladrón!¡Cabrón, suelta mi bolsoooo!-. Jaimito seguía intentando hacer hincapié en sus buenas intenciones; eso si, tirando con más fuerza - ¡Joder señora!¡¿Quiere darme el puñetero bolso?!-.
El enzarzamiento duró algo más de 20 segundos; hasta que los separaron con el resultado, a mi parecer, en tablas. Tanto se habían golpeado, el uno a la otra, como insultado. Mientras me descojonaba, con el dolor que eso implicaba (¿alguna vez habéis probado a reir con un hueso de la mano agrietado?), aún pude escuchar las frases de despedida que se profesaron mientras se clavaban una mirada asesina - ¡Sinvergüenza!¡Cabrón!- dijo ella. A lo que Jaimito replicó - ¡Guarra!¡Puta!-
Si todo esto era una maniobra secreta que tienen los enfermeros para resucitar gente moribunda mientras entretienen al personal con una "performance", la había ejecutado a la perfección.

Apenas habían pasado diez minutos cuando Jaimito volvió, totalmente repuesto, con otra paciente en sus manos. Esta vez se trataba de una mujer, al menos quince años mayor que la anterior, que transportaba en silla de ruedas. Intuí que no le daría problemas ya que la abuela estaba medio adormilada y parecía dócil. Me equivocaba.
Supongo que aún faltaba alguna prueba más por realizar a la pobre mujer y por eso la tenía que dejar allí, en nuestra sala. No se si estaría sedada o, simplemente, tenía algún problema físico, pero el esfuerzo que tuvo que hacer Jaimito para levantarla fue titánico. Era como alzar un saco de piedras y, no pudiendo avanzar más de tres pasos, la depositó con ternura en el asiento más cercano a la puerta. Primer error.
Ese sillín estaba justo delante del interruptor de las luces y, con el balanceo de la mujer, no paraba de encender y apagar los fluorescentes con la espalda. Jaimito empezó a ponerse nervioso e intentó acomodar  mejor a la paciente - ¡Señora! déjeme ayudarla.- con tanta mala suerte que puso los dedos entre el respaldo del sillín y la pared; segundo error, el balanceo hizo el resto - ¡¡Hostia puta!!.- gritó un segundo antes de salir al galope de la sala para curarse la dolorida mano aplastada. Mientras, los pacientes, nos quedamos desmoronándonos de risa en una sala con una iluminación no apta para epilépticos. Pero no quedó ahí la cosa.

Creo recordar que éramos cuatro personas en la sala; dos mujeres sentadas en sillines (abuela de las luces incluida); un hombre de mediana edad en silla de ruedas; y yo, por supuesto. Las enfermeras reclamaron la presencia del hombre y, al no estar presente el enfermero, tuvo que salir de la sala por su propio impulso, con tanta mala suerte (sobre todo para Jaimito) que quedó atrancada la rueda de goma en el cristal de la puerta; esta cedió y acabo cerrándose lentamente tras la salida del hombre.
Y entonces vino él, Jaimito. Imagino que le habían mandado en busca de algún paciente en concreto, porque entró con todo el nervio y la energía que podía derrochar un enfermero tan atento y dedicado a su profesión como era él. El estruendoso ¡GONG! que sonó al chocar su cabeza con la puerta de cristal nos sobresaltó a todos en la sala, interrumpido, medio segundo después, por un - ¡¡¡Jodeeer!!!¡¡Su puta madre!!¡¿Pero quién cojones ha cerrado la puerta?!.- Mientras volvía a desaparecer dirección a los quirófanos.
¿Qué pretendía ese enfermero?¿matarnos de risa?, pues casi lo consigue el muy cabrito. No volví a verlo. A los cinco minutos me llamaron para hacer la radiografía y, tras la escayola pertinente, me mandaron de vuelta a casa; pero la desternillante experiencia de pasar por urgencias del Hospital del Mar de Barcelona me marcó positivamente para el resto de mis días.

Así que ya sabéis, si algún día tenéis un familiar (normalmente niño/a) que tenga pavor a los médicos, solo hay que llevarlo de urgencias a dicho hospital. Con un poco de suerte se encontrará a Jaimito en su hercúlea tarea de atender pacientes.

jueves, 2 de mayo de 2013

Inauguración


Hoy, día 2 de Mayo de 2013, queda inagurado este infame blogg. La causa mayor del delito, anteriormente expuesto, se debe al aburrimiento precedido de 20 días de baja laboral a cargo de una operación de apendicitis. Bien es cierto que los consejos médicos de descanso no son los únicos culpables del hecho, ya que mi deficiente salud mental también ha influido notablemente.
Por todo esto prometo:

- Intentar aprovechar este lugar virtual para aprender ( de forma autodidacta, por supuesto) a expresarme mejor en el medio escrito ahora utilizado.

- Escribir sobre hechos, pensamientos o dibagaciones que pasen por mi mente con el simple fin de desahogar el cerebro para alcanzar un mayor grado de cordura.

- Procurar ( esto lo veo más complicado) no abandonar este espacio más de 15 días para que no coja polvo. Odio limpiar.
Esto implica una media de 24 entradas por año (Glupss!!).

- Y por último, quiero dar la bienvenida a cualquier insensato/a que pare por aquí (cosa poco probable)  y malgaste su preciado tiempo de vida en leer los desvaríos que aquí se perpetren, excusándome de toda responsabilidad ante la posible pérdida neuronal del individuo/a antes citado.