Si hay algo que tengo muy claro es que todo en esta vida es subjetivo. O sea, una misma cosa puede verse de tantas formas diferentes como sujetos la observen. Y todo dependerá de los gustos, inquietudes o valores de cada uno. Hay un dicho popular que define este hecho: "sobre gustos, no hay nada escrito".
Pero yo, como persona puntillosa que disfruta rizando el rizo, no me contento con esa frase y la adapto a mi manera de ver el mundo para afirmar que "sobre gustos, está todo escrito". Ya veis como hasta un refrán puede entenderse desde diferentes prismas.
Supongo que estaréis de acuerdo conmigo en que, hoy en día, se maneja una ingente cantidad de opiniones que sobrevuelan internet, revistas, diarios y televisiones, de aquí para allá, criticando y valorando prácticamente todo el ocio audiovisual que engullimos. Podéis llamarme desconfiado, pero siempre he sospechado que la mayoría de ese tráfico está generado por las propias productoras; en principio, con la honorable intención de vender sus artículos. Cuando les interesa pueden llegar a ser realmente pesados con sus campañas mediáticas. Pero no me extraña que bombardeen al respetable con trailers, entrevistas o cualquier otra clase de promoción, pues parece ser que cuanto más nos los restriegan por las narices, más compramos sus productos. A veces tengo la sensación de que cada vez queremos pensar menos en nuestros gustos y nos dejamos llevar por lo primero que nos plantan delante de los ojos.
Aunque, de un tiempo para acá, me he dado cuenta de la progresiva desaparición mediática de los nuevos discos de música que se publican. Es verdad que aún quedan revistas especializadas, pero es ciertamente difícil, quitando a diez o doce intérpretes que ponen más empeño en exhibir su cuerpo serrano que en cantar, saber algo de tus grupos favoritos. ¿Por qué no nos informan cuando lanzan un nuevo álbum al mercado? Muy sencillo, porque ya no se venden discos y, en definitiva, toda esta industria está montada para ganar dinero. No hay negocio, no hay cantantes. Y es lógico, pues nadie con dos dedos de frente va a gastarse un euro en promocionar algo que no va a vender.
Mejor voy a intentar montar un dique que retenga mis divagaciones, porque me estoy desviando del tema y, si me pongo a analizar la industria musical, acabaré alargando más de lo debido esta entrada. Además, tampoco creo que pueda aportar nada nuevo a ese debate.
Volviendo a la frase "sobre gustos, está todo escrito", me di cuenta de que, para acercarla a la realidad, debería escribir algo sobre mis gustos personales, pues no hacerlo es una carencia casi imperdonable que cualquier blogero ha de intentar enmendar si no quiere ser abucheado en este mundillo. O, al menos, esa es mi impresión. Así que escribiré cuatro pinceladas de la música que me reconforta. Esas canciones que consiguen cambiar mi estado de ánimo con tan sólo escuchar sus primeros acordes. Pero, sobre todo, aquella música a la que, pasen los años que pasen, vuelvo sin sentir vergüenza ajena ni la sensación de estar escuchando algo totalmente anacrónico.
Sin embargo, antes que nada, voy a exponer una de mis, seguramente absurdas, teorías sobre cómo escojo el material que guardo en mi discoteca personal. Tengo la delirante convicción de que, por muy paradójico que parezca, rara vez se publica un disco redondo. Y me refiero a que un disco puede albergar tres o cuatro buenas canciones (a lo sumo seis o siete si ha estado muy inspirado el autor/a), pero el resto son melodías que pasarán a la historia sin pena ni gloria. Así que siempre intento hacerme primero con una antología del grupo o artista en cuestión para, más adelante, si realmente me fascina y me quedó con ganas de más, sumergirme en el resto de su obra.
Pero no voy a dilatar más esta entrada con mis tonterías y pasaremos a lo verdaderamente importante: la música. Para esta ocasión he escogido cuatro discos de tres intérpretes diferentes. Ya sé que no salen las cuentas si presento una antología de cada uno, pero esperad un poco, que todo tiene su explicación.
Primero me gustaría hablar de la maravillosa, increíble y adorable (ya me parezco a José Luís Moreno) Suzanne Vega, y de su disco recopilatorio, como no podía ser de otra manera, Retrospective - The Best Of Suzanne Vega.
Probablemente este sea el álbum que más aprecio de toda mi discoteca. Jamás me harto de escucharlo. Para mí es, sencillamente, perfecto. Escuchar a esta mujer es uno de mis placeres, al menos hasta hoy, secretos. Soy consciente que se trata de una artista eternamente etiquetada como canta-autora, pero yo no tengo ni idea de inglés y, al contrario de lo que me ocurre con Bob Dylan, por poner un ejemplo, soy capaz de disfrutarla como el que más. También es posible que sus canciones no sean todo lo accesibles que cabría esperar para el gran público, y seguramente nunca lo ha buscado, pero si te dejas invadir por sus hipnóticas melodías, su cantar susurrante y su embriagadora personalidad... pues acabarás como yo, siendo un fan incondicional.
Pero como la mejor explicación casi siempre suele ser un ejemplo, y aprovechando que hoy en día tenemos al alcance de la mano herramientas como Youtube, os pondré por aquí unos vídeos para que entendáis mejor mis palabras.
El primero es "Luka", quizá su canción más convencional y, sin duda, la más famosa.
Esta canción se titula "Caramel", no voy a decir que sea una de mis canciones favoritas porque realmente lo son todas en este disco, pero sí que me parece de las más elegantes.
Para ir acabando y no correr el riesgo de ser demasiado pesado, porque si por mí fuera pegaba el disco entero, podéis escuchar, si os apetece, "Penitent". Sencillamente, deliciosa.
Y sin más dilación, pasaré a comentar el disco recopilatorio de Chris Isaak, que lleva inscrito en su cabezera el original título de "Best of Chris Isaak".
Este polifacético artista (tan pronto actúa en películas y series, como compone música, como presenta un programa de televisión) ha logrado captar mi interés por el singular gusto que destilan sus canciones. Yo las definiría como un estilo que juguetea entre el Elvis Presley más rockero y el Roy Orbison más meloso, aunando lo mejor de cada uno. O sea, un sonido muy norteamericano. Sin duda, sus melodías son mucho más afables que las de Suzzane Vega, pero no por ello carecen de un talento similar. También podría destacar su voz, aterciopelada en las baladas y robusta cuando la ocasión lo requiere, que siempre consigue desplegar de forma elegante.
Pero mejor vamos con la selección de canciones para que os podáis hacer una mejor idea. Comenzaremos con la, de sobras conocida, "Wicked game".
Y aquí termino con esta pesadilla en forma de entrada, sobre todo para el que haya sido capaz de superar la fatiga que supone visionar, o en este caso escuchar, tanto vídeo. Puede que alguno haya disfrutado, puede que alguno se haya interesado, o incluso es muy posible que otros estén detestando esta entrada por no coincidir con sus gustos musicales. En cualquier caso, pensad que mis inclinaciones son volátiles y que en cualquier momento me puedo sentir atraído por las de cualquier otra persona. Sin embargo, con el paso del tiempo, me he dado cuenta de una cosa muy curiosa: puedo incorporar, para mi deleite, los gustos de los demás y no sentir que traiciono a los míos. Esto no sé si es bueno o es malo, pero es lo que hay.
Este polifacético artista (tan pronto actúa en películas y series, como compone música, como presenta un programa de televisión) ha logrado captar mi interés por el singular gusto que destilan sus canciones. Yo las definiría como un estilo que juguetea entre el Elvis Presley más rockero y el Roy Orbison más meloso, aunando lo mejor de cada uno. O sea, un sonido muy norteamericano. Sin duda, sus melodías son mucho más afables que las de Suzzane Vega, pero no por ello carecen de un talento similar. También podría destacar su voz, aterciopelada en las baladas y robusta cuando la ocasión lo requiere, que siempre consigue desplegar de forma elegante.
Pero mejor vamos con la selección de canciones para que os podáis hacer una mejor idea. Comenzaremos con la, de sobras conocida, "Wicked game".
Otra que también os puede sonar por haber aparecido en el último film del malogrado Stanley Kubrick, es "Baby did a bad, bad thing".
Y para acabar, porque no me queda más remedio, cierro este repertorio con "Somebody's crying"
Llegados a este punto, os habréis dado cuenta que he hablado sobre dos artistas que, sin ser totalmente desconocidos, no han gozado de demasiada repercusión mediática (al menos en nuestro país). Pero como tengo un criterio camaleónico, ahora me gustaría brindar la ocasión de poder escuchar a una de las bandas de rock más legendarias de la historia: Queen.
He de reconocer que mi aprecio por este grupo no llegó como un flechazo. Para mi descargo, sólo puedo decir que las primeras veces que escuché su música era demasiado pequeño y sus canciones resultaban ser demasiado barrocas para mi comprensión y, más que deleitarme, me abrumaban. Por suerte, con el tiempo maduré mi sensibilidad musical y pude apreciar su calidad sonora. No quiero decir con esto que piense que todo aquel que no le guste Queen sea un ignorante. Creo que ya he dejado claro que cada uno tiene sus gustos y todos son respetables, pero mi reflexión iba más por el camino de que los gustos, igual que las personas con ellos, evolucionan. Bueno, no me lío más y paso a los discos, porque en este caso, dada la larga y exitosa trayectoria del grupo, son dos los que recogen sus mejores canciones: "Greatest Hits I" (1973-1981) y "Greatest Hits II" (1981-1991).
Es cierto que también llegó a aparecer un tercer disco de antologías llamado "Greatest Hits III", pero creo que sólo es recomendable para seguidores acérrimos del grupo por contener rarezas, colaboraciones y canciones aparecidas en el único disco en solitario de Freddie Mercury.
Su discografía es tan elogiada y divulgada que resultaría casi imposible proponer para vuestros oídos algo que no hayáis escuchado ya. Así que, sencillamente, me guiaré por dos de las canciones (aunque hay muchas más), una de cada disco, que son capaces de alegrarme un día con tan sólo escucharlas: "Don't stop me now" y " I Want It All".
Y aquí termino con esta pesadilla en forma de entrada, sobre todo para el que haya sido capaz de superar la fatiga que supone visionar, o en este caso escuchar, tanto vídeo. Puede que alguno haya disfrutado, puede que alguno se haya interesado, o incluso es muy posible que otros estén detestando esta entrada por no coincidir con sus gustos musicales. En cualquier caso, pensad que mis inclinaciones son volátiles y que en cualquier momento me puedo sentir atraído por las de cualquier otra persona. Sin embargo, con el paso del tiempo, me he dado cuenta de una cosa muy curiosa: puedo incorporar, para mi deleite, los gustos de los demás y no sentir que traiciono a los míos. Esto no sé si es bueno o es malo, pero es lo que hay.
gracias por recordarme que existe Baby did a bad, bad thing, hacía tiempo que no la escuchaba.
ResponderEliminarDe nada. Es curioso lo evocadora que puede resultar una simple melodía, ¿verdad?
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