viernes, 7 de junio de 2013

El sentido de la vida



¡Lo encontré!. ¡¡Mi objetivo en la vida!!. Tantos años tras sus pasos, tantas noches de incertidumbre y.... y...... Lo siento, me emociono.
Siempre, desde que tengo conciencia, he buscado mi sitio en esta vida, en este mundo, en este universo, en casa. Bueno, en casa propia. Miento, es del banco pero me deja vivir aqui. Mientras pague cada mes, claro.

Esperaba una señal divina que me transportara, que me alzase hacia ese estado de éxtasi que da tener un propósito, una finalidad, un destino. Descubrirlo es maravilloso, nunca imaginé una embriaguez mental tan placentera, tan etérea. Estoy tan dichoso como un camello en su oasis, como una lagartija al sol, como una pulga en su perro.

He entrado a formar parte en uno de los gremios más envidiados. Si, lo diré: soy rascador de orejas, concretamente de gato. Bueno, es gata. Aunque mi tía veterinaria le extirpó los ovarios..... gatao. No es un puesto por el que se pueda opositar, uno es escogido y, por ello, siempre ha de estar atento y dispuesto para cumplir el cometido.

Y fue ella misma quién me lo comunicó. Se plantó delante mío, me clavó la mirada y gritó - ¡Hey, tú!
Primero me extrañé, estaba solo y no había advertido su presencia. Pero cuando vi sus grandes ojos azules mirándome fijamente supe que fue ella. Me puse tan nervioso que le hice la pregunta más obvia.
- ¿Puedes hablar?
- Pues claro. ¿Acaso no puedes tú?- me dijo con desdén.
Esa evidencia me desarmó, ¿por qué siempre pensamos que somos mejores que los demás?
- A partir de hoy tu serás el único que me pueda rascar. Hazlo saber al resto de humanos porque no lo volveré a repetir.- Y volvió a su cojín donde, al momento, se durmió.

Desde entonces soy otra persona. Ser "el elegido" me ha dado una gran confianza, una seguridad en mi mismo que jamás habría imaginado, una inesperada cordura. Algunos de mis amigos me preguntan que pasará cuando no tenga a quien rascar las orejas. Sin duda será una gran desgracia y me invadirá una profunda tristeza. Desaparecerá el ánimo y la determinación de la que tanto presumo y mi mente se tornará inestable. Me sentiré tan indefenso como un cocodrilo sin charca, como un caracol en día soleado, como un piojo en una calva.

O me buscaré otro gato que rascar..... o gata...... gatao.



Mi jefa, en la agotadora tarea de echarse la siesta.





6 comentarios:

  1. Doy fe que él es el elegido... Y cumple su misión día a día....
    Nuri

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    1. Ya te digo, y me deja salir a trabajar porque sabe que en ello le va el pienso.

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  2. Hola,

    yo conseguí plaza en esa oposición hace varios años :). La mía es de ojos verdes, gris a rayas negras, con calcetines blancos. Valiente como la que más, aventurera y guerrera, pero siempre a mi lado (o entre mis piernas si estoy en la cama) cuando vuelvo a Valencia.

    Lo segundo no lo pienses. Hoy eres su mascota, su ser humano. Y tu labor es cuidar y complacer a tu jefa. Disfrútala :) Un saludo,

    Cristina

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  3. Ya veo que tu jefa es más benévola que la mía. Aún no me ha dado un día de vacaciones.

    Saludos.

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  4. Sé de lo que hablas, yo tengo dos gatos, es decir, cuatro orejas. Es un buen trabajo, y desde luego yo no le rascaría las orejas a ningún otro jefe.

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    1. ¡¡Rascar a dos manos!! Menuda faena.
      Hasta hace poco también teníamos dos, y la elegida, en el caso del segundo gato, era mi mujer.
      De vez en cuando echa de menos rascar alguna oreja y lo intenta con mi jefa, pero se lo impide a base de mordiscos y arañazos. Curiosamente, sobre todo para ser gata, posee una gran facilidad para estar con humor de perros.

      Saludos y gracias por comentar.

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