sábado, 21 de febrero de 2015

Microrrelato: El pintor más codiciado



El pintor más codiciado

Soy bueno, muy bueno en mi labor; probablemente, el mejor de entre los mejores. Mantengo mis trabajos expuestos al público en los más destacados museos del mundo, donde mi arte es requerido en cuanto encuentro un hueco dentro de mi ajetreada agenda. Mis frescos son observados a diario por miles de personas y, aún así, continúo en el más absoluto anonimato. El Metropolitan, el Louvre, el Guggenheim, todos me ofrecen sus salas para que culmine allí las obras, y son capaces de cerrar alas enteras de sus recintos sólo por verme actuar. Os preguntaréis qué técnica domino, qué estilo me distingue del resto para ser tan solicitado. Pues, a decir verdad, ninguno en concreto; pero me atrevo con todos y cada uno de ellos: el gotelé, el lacado, el estucado... Aunque sospecho que son mis bajos honorarios los que consiguen que mis pinturas sean tan universales.


Aquí, entre el gentío, podéis observar una de mis obras más celebradas. Lograr la textura del mármol con ese color crema ha supuesto, sin ningún tipo de duda, la culminación a mi carrera.

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