Ya está aquí la navidad. Los pajaritos cantan (villancicos, por supuesto), las nubes se levantan (o eso espero, porque esta noche había una niebla tan espesa que tenido que abrirme paso a golpe de machete) y yo sin un triste cuento que publicar.
Me estoy volviendo un vago. Quiero decir, aún más vago. Pero estas fechas están para procurar ser mejores personas, a ser posible adoptando hábitos relacionados con la bondad. ¿Y hay alguna costumbre mejor que la del reciclaje? Pues seguramente, pero es que esta me viene muy bien para escribir algo. Así que aprovecharé un escrito publicado el año pasado en un blog amigo (LA TERTULIA PEREZOSA) para retorcerlo y darle un giro. Ya lo hice en su momento y me consta que hubo a quien le hizo gracia. Eso sí, desplegando la enorme torpeza que gasto cada vez que intento poner un título, lo he llamado "Milagro bochornoso". Sólo espero no haber estropeado demasiado el original. Que sea leve y ¡feliz navidad!
MILAGRO BOCHORNOSO
Todos, no.
El pavo se alzó sobre la bandeja, tan confuso como ruborizado, intentando cubrirse, sin demasiado éxito, muslos y pechugas con sus diminutas alas desplumadas. Una pregunta golpeaba de forma insistente en su cabeza.
<<¿A qué clase de juerga fui a parar en Nochebuena, cuando despierto totalmente desnudo, rodeado de una familia pasmada y con un ramillete de verduras asomando por el culo?>>.
MILAGRO BOCHORNOSO
Como cada año, Dios bajó de los cielos para celebrar con sus siervos el día de su nacimiento. Y recorrió aldeas, pueblos y ciudades, en busca de una la familia adecuada a la que ofrecerse, la más devota, siendo esta descubierta en los preliminares de una cena navideña. Bajo rezos silenciosos, suplicaban clemencia por los seres que más han sufrido.
El Creador, conmovido por la escena, quiso recompensar a los creyentes con una muestra de su infinita misericordia, y resucitó al pavo que aguardaba sobre el bufete para ser devorado. Todos los presentes, asombrados, reconocieron en el milagro la gloriosa mano del Señor.
¿Todos?Todos, no.
El pavo se alzó sobre la bandeja, tan confuso como ruborizado, intentando cubrirse, sin demasiado éxito, muslos y pechugas con sus diminutas alas desplumadas. Una pregunta golpeaba de forma insistente en su cabeza.
<<¿A qué clase de juerga fui a parar en Nochebuena, cuando despierto totalmente desnudo, rodeado de una familia pasmada y con un ramillete de verduras asomando por el culo?>>.
jajaja, no me acordaba, me gusta, me imagino al pavo tapándose los pechos y las partes más pudendas con sus alitas peladas...
ResponderEliminarjajaja, no me acordaba, me gusta, me imagino al pavo tapándose los pechos y las partes más pudendas con sus alitas peladas...
ResponderEliminarSí, esa imagen es muy divertida. Y, ante la falta de un cuento original, he intentado aderezar el que publicaste el año pasado. Pero este año no me pilla el toro. Ya he empezado a escribir el próximo cuento de navidad. Lo tengo a medias, como casi todo lo que escribo, pero creo que llegaré a tiempo.
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